lunes, 25 de marzo de 2013


EL PECADO Y LOS DESEOS
Rev. M. Ricardo H.
Introducción: Los deseos en la vida humana, son sentimientos normales, que poseemos, para satisfacer nuestros gustos y placeres. Luego, los afectos interpersonales, nos llevan a relacionarnos, al darnos unos a otros. En esta  dinámica del ser humano, es donde se manifiesta el pecado en toda su depravación.
1. La tentación del diablo a Eva fue por el deseo de comer el fruto del árbol prohibido. En Génesis 3:6, dice que Eva vio que el árbol era bueno para comer. Este es el origen del pecado. El pecado se originó fue en los deseos. Ella, tuvo deseos de comer del fruto del árbol prohibido por Dios, que no comiera.
2. La tentación del diablo a Jesús, también fue porque supuso que Jesús tenía deseo de comer. En Mat.4:3, dice que el diablo vino a Jesús igual como cuando vino a Eva, y le propuso que convirtiera las piedras en pan, para que Jesús comiera. Claro que aquí, falló el diablo, no logrando hacer con Jesús,  lo que hizo con Eva.
3. La enseñanza de Jesús. En Mateo 5:28, Jesús dice que si un hombre mira a una mujer para codiciarla, comete adulterio con eso. Mirar y codiciar, son dos palabras que contienen mucho deseo. Y dice Jesús, que es allí que se da u origina ese pecado.  Y en Mat.15:19, también enseña que es del corazón que salen muchos pecados. El corazón es de donde salen estos pecados como deseos.
4. Lo que enseña san Pablo. En Fil.2:19, Pablo dice que algunos tienen como su dios, el vientre. Otra vez, da a entender que el comer, se convierte en un ídolo para algunos, o sea dios falso. Y el deseo es propio aquí de nuevo.
5. Clases de deseos. ¿Cuántos deseos hay en la vida de uno? Muchos. Deseos de comer, beber, vestir, pasear, tener plata, todas las cosas lindas como objetos, vivienda, vehículos,  festejar, sexuales, viajar, negociar, en fin tantos.
Conclusión: Pero ¿qué de malo tiene desear todo eso? En lo común de la vida del hombre pareciera que no. Pero si miramos los puntos arriba, fue por los deseos que entró el pecado, y sigue hasta el día de hoy, igual. Pero ¿qué de malo tiene el desear? En lo común de la vida, no se  ve nada malo. Pero según hemos vistos en los pasajes arriba, fue en los deseos por donde entró el pecado. Pero para los creyentes, esto no debería ser problema. Pero en la realidad, no es así. Esto, porque aunque somos perdonados, sin embargo nuestras vidas siguen por naturaleza pecadoras y es en esto, que debemos vernos delante de Dios, para ser verdaderos creyentes.  La cosa no es ver a los demás, y juzgarlos por que no hagan lo mejor, sino ser conscientes, que uno mismo es igual y a veces peor. Lo indicado, es buscar permanentemente en la palabra, dirigidos por el Espíritu Santo, el que nuestros deseos, gustos, placeres y toda nuestra vida afectiva, no sea un medio de volver a pecar, sino de demostrar que el pecado no nos guíe. ¡Qué bueno es comer, vestir, pasear, trabajar, tener cosas materiales! Tener nuestras relaciones como esposos, buenas amistades con los demás, etc. pero ¿glorifica todo esto al Señor? ¿hacen bien a nuestros cuerpos? Las dos palabras claves, son: amor y egoísmo. El amor, nos controla nuestros malos deseos, el egoísmo, lo contrario. El amor, es lo del verdadero creyente, el egoísmo, es lo de los verdaderos impíos. ¡Cuidemos pues, nuestros deseos, que sean en amor, el cual cubrirá nuestros pecados,1P.4:8.

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